95. UN AS DEL PRESENTIMIENTO – CUENTO DE MARIO BENEDETTI
Olegario no sólo fue un as del presentimiento, sino que además siempre estuvo muy orgulloso de su poder. Era famoso en todo Buenos Aires. A veces se quedaba pensativo por un instante, y luego decía: "Mañana va a llover". Y llovía. Otras veces se rascaba la nuca y anunciaba: "El martes ganará este equipo". Y el martes ganaba el equipo que había dicho. Entre sus amigos disfrutaba de una admiración sin límites.
Algunos de ellos recuerdan el más famoso de sus aciertos. Era un día de Marzo. Caminaban con él frente a la Universidad, cuando de pronto el aire de la mañana fue atravesado por el sonido y la furia de los bomberos. Olegario sonrió de modo casi imperceptible, y dijo: "Es posible que mi casa se esté quemando".
Llamaron un taxi y encargaron al conductor que siguiera de cerca a los bomberos. Éstos tomaron por Rivera, y Olegario dijo: "Es casi seguro que mi casa se esté quemando". Los amigos guardaron un respetuoso silencio; tanto lo admiraban.
Los bomberos siguieron por Pereyra y el nerviosismo llegó a su colmo. Cuando doblaron por la calle en que vivía Olegario, los amigos se pusieron tensos de expectativa. Por fin, frente mismo a la casa en llamas de Olegario, el carro de bomberos se detuvo y los hombres comenzaron rápida y serenamente los preparativos para apagar el fuego. De vez en cuando, desde las ventanas de la planta alta, alguna astilla volaba por los aires.
Con toda parsimonia, Olegario bajó del taxi. Se acomodó el nudo de la corbata, y luego, con un aire de humilde vencedor, se preparó para recibir las felicitaciones y los abrazos de sus buenos amigos.