423. REACCIÓN CONTRA EL ROMANTICISMO - CARACTERÍSTICA DEL REALISMO LITERARIO EJEMPLIFICADA CON UN FRAGMENTO DE MADAME BOVARY DE FLAUBERT
- Reacción contra el Romanticismo: frente al individualismo romántico y su énfasis en la emoción y la subjetividad, el Realismo mostrará una actitud más distanciada, buscando sobre todo la descripción minuciosa del individuo y la sociedad. En este paso del Romanticismo al Realismo destaca especialmente Madame Bovary de Gustave Flaubert, obra que parodia el estilo romántico (igual que El Quijote parodiaba los libros de caballería). Su argumento está basado en una mujer que, dejándose llevar por sus lecturas románticas, arruina su vida al ser infiel a su marido.
EJEMPLO DE ANTI-ROMANTICISMO: "MADAME BOVARY" DE GUSTAVE FLAUBERT
¡Bueno se dijo , empecemos!
Escribió:
«¡Ánimo, Emma!, ¡ánimo! Yo no quiero causar la desgracia de su existencia...»
«Después de todo, es cierto, pensó Rodolfo; actúo por su bien; soy honrado.»
«¿Ha sopesado detenidamente su determinación? ¿Sabe el abismo al que la arrastraba, ángel mío? No, ¿verdad? Iba confiada y loca, creyendo en la felicidad, en el porvenir... ¡ah!, ¡qué desgraciados somos!, ¡qué insensatos!»
Rodolfo se paró aquí buscando una buena disculpa.
«¿Si le dijera que toda mi fortuna está perdida?... ¡Ah!, no, y además, esto no impediría nada. Esto serviría para volver a empezar. ¡Es que se puede hacer entrar en razón a tales mujeres!»
Reflexionó, luego añadió:
«No la olvidaré, puede estar segura, y siempre le profesaré un profundo afecto; pero un dia, tarde o temprano, este ardor, tal es el destino de las cosas humanas, habría disminuido, sin duda. Nos habríamos hastiado, y quién sabe incluso si yo no hubiera tenido el tremendo dolor de asistir a sus remordimientos y de participar yo mismo en ellos, pues habría sido el responsable. Sólo pensar en sus sufrimientos me tortura. ¡Emma! ¡Olvídeme! ¿Por qué tuve que conocerla? ¿Es culpa mía? ¡Oh, Dios mío!, ¡no, no, no culpe de ello más que a la fatalidad!»
«He aquí una palabra que siempre hace efecto se dijo.»
«¡Ah!, si hubiera sido una de esas mujeres de corazón frívolo como tantas se ven, yo habría podido, por egoísmo, intentar una experiencia entonces sin peligro para usted. Pero esta exaltación deliciosa, que es a la vez su encanto y su tormento, le ha impedido comprender, adorable mujer, la falsedad de nuestra posición futura. Yo tampoco había reflexionado al principio, y descansaba a la sombra de esa felicidad ideal, como a la del manzanillo, sin prever las consecuencias.»
Va quizá a sospechar se dijo que es mi avaricia lo que me hace renunciar... ¡Ah!, ¡no importa!, ¡lo siento, hay que terminar!:
«El mundo es cruel, Emma. Donde quiera que estuviésemos nos habría perseguido. Tendría que soportar las preguntas indiscretas, la calumnia, el desdén, el ultraje tal vez. ¡Usted ultrajada!, ¡oh!... ¡Y yo que la quería sentar en un trono!, ¡yo que llevo su imagen como un talismán! Porque yo me castigo con el destierro por todo el mal que le he hecho. Me marcho. ¿Adónde? No lo sé, ¡estoy loco! ¡Adiós! ¡Sea siempre buena! Guarde el recuerdo del desgraciado que la ha perdido. Enseñe mi nombre a su hija para que lo invoque en sus oraciones.»
La llama de las dos velas temblaba. Rodolfo se levantó para ir a cerrar la ventana, y cuando volvió a sentarse:
Me parece que está todo. ¡Ah! Añadiré, para que no venga a reanimarme: «Estaré lejos cuando lea estas tristes líneas; pues he querido escaparme lo más pronto posible a fin de evitar la tentación de volver a verla. ¡No es debilidad! Volveré, y puede que más adelante hablemos juntos muy fríamente de nuestros antiguos amores. ¡Adiós!»
Y había un último adiós, separado en dos palabras: «¡A Dios!», lo cual juzgaba de muy buen gusto.
¿Cómo voy a firmar, ahora? se dijo . ¿Su siempre fíel? ¿Su amigo? Sí, eso es: «Su amigo.»
Rodolfo releyó la carta. la encontró bien. «¡Pobrecilla chica! pensó enternecido . Va a creerse más insensible que una roca; habrían hecho falta aquí unas lágrimas; pero no puedo llorar; no es mía la culpa.» Y echando agua en un vaso, Rodolfo mojó en ella su dedo y dejó caer desde arriba una gruesa gota, que hizo una mancha pálida sobre la tinta; después, tratando de cerrar la carta, encontró el sello Amor nel cor.
Esto no pega en este momento... ¡Bah!, ¡no importa!
Después de lo cual, fumó tres pipas y fue a acostarse.