117. NADA – CUENTO ÁRABE
Un individuo miserable y andrajoso, que se parecía mucho a un mendigo, entró un día en el palacio del califa de Bagdad en ausencia de este y se sentó sin vacilar en el trono vacio. Los guardias, adivinando algo insólito y tal vez sobrenatural, no se atrevieron a echarlo a la calle. Llamaron al chambelán, que acudió enseguida y le preguntó al hombre de los harapos:
-¿Sabes que estás ocupando el trono del califa, que es el rey de los creyentes?
-Sí, lo sé.
-¿Y sabes quién es el califa?
-Lo sé y yo estoy por encima de él.
El chambelán reflexiono un instante. Después, alzando el tono, le dijo:
-¿Has perdido la razón a causa de tu pobreza? ¿Es que no sabes que por encima del califa no está más que el profeta Mahoma?
-Lo sé -dijo el harapiento.
-¿Y sabes quién es el Profeta?
-Lo sé y yo estoy por encima de él.
Los guardias parecían escandalizados. Blandían sus armas para des cargarlas sobre el intruso, que se mostraba muy tranquilo y seguro de sí mismo.
El chambelán los detuvo con un gesto y formuló una última pregunta:
-¿No sabes que por encima del profeta Mahoma solo esta Dios?
-Lo sé -respondió el mendigo.
-¿Y no sabes quién es Dios?
-Lo sé y yo estoy por encima de él.
-¿Por encima de Dios? ¿Sabes lo que estás diciendo? ¡Nada está por encima de Dios!
-Lo sé -dijo el hombre de los harapos sin moverse del trono-.Y precisamente yo soy esa nada.