115. EL HACHA Y EL MANGO – FÁBULA EN VERSO DE SAMANIEGO Un hombre que en el bosque se miraba con un hacha sin mango, suplicaba a los árboles diesen la madera que más sólida fuera para hacerle uno fuerte y muy durable. Al punto la arboleda innumerable le cedió el acebuche, y él, contento, perfeccionando luego su instrumento, de rama en rama va cortando a gusto del alto roble el brazo más robusto. Y a los árboles todos recorría, y mientras los mejores elegía, dijo la triste Encina al Fresno: «¡Amigo, infeliz del que ayuda a su enemigo!»